Listado de productos por marca Ataman - Barbadillo

Con 200 años a las espaldas, una bodega tiene mucho que guardar. Hay tantos rincones en Bardadillo que casi necesitan nombre para ser recordados. Algunos son oscuros como la sima del olvido. A los 200 años de una construcción, un plano no sirve de nada, y hasta el mejor de los sistemas de gestión deja un margen a la magia. Aunque el azar hubiera querido evitarse, no hubiera sido posible. Son demasiados rincones, demasiados años, demasiados problemas… afortunadamente.

Estas cuatro propuestas son fruto de los años, de la falta de luz, de los mágicos fallos del sistema de control, del cariño del trasegador, la aquiescencia del arrumbador y la complicidad del capataz. Son cuatro locuras perdidas en rincones, en botas que nadie miraba, no fuera ser que tuviera que explicar qué guardaban. Las cuatro, extremas. No podemos llamarlas reliquias ni nada parecido porque nunca fueron vinos de Jerez stricto sensu. Ni falta que hace.

Hay algo común en estos vinos sacados de los rincones: todos fueron olvidados hace 40 años. En aquel momento, alguien decidió dejar de embotellarlos y abandonarlos a su suerte. Gracias, querido amigo, fueras quien fueras.

Cuanto se plantea el embotellado de estos vinos surge una duda: cómo ha de refrescarse si se hace una saca. Es la querencia de Jerez: si sale vino, entra vino. La solera como concepto vital.

A veces, hay que decidir convertirse en hijo pródigo, romper con la programación genética, actuar con indolencia. Si no hay receta, se embotella como está y se pierde. Que llegue hasta donde llegue. Tarde, pero cumplirá su función: pasar por tus manos si eres valiente. 40 años marcan y estos no han tenido cirugía que los rejuvenezca.